Hola! Mi nombre es Leslie y soy mamá primeriza de un bebé prematuro con 26.4 sdg. Bueno, nos enteramos que estaba embarazada en octubre del 2016 mi embarazo en sí iba muy bien, todo estaba bien según las citas con mi medico ginecóloga. El día 20 de enero del 2017 con 20 sdg y mi bebé pesando a penas 340g (aprox) ese día justo cuando íbamos mi esposo y yo al hospital por la consulta mensual y para saber el sexo del bebé, en el camino empecé con un “creo que me hice pipí” lo cual se me hizo raro porque en realidad yo ni si quiera tenía ganas de ir al baño. Llegamos al hospital, le comento a mi ginecóloga y me dice: “posiblemente fue una incontinencia, esto es normal. También existe la rotura prematura de membranas (RPM) que también es el conocido “se me rompió la fuente” Pero, no mejor vamos a revisarte para descartar cualquier cosa.” Hace el eco y todo está bien! Salimos de la consulta, a penas llegamos al carro cuando vuelve a pasar lo mismo, al revisarme nuevamente la doctora no le da buena espina y me manda hacer una prueba que llama Amnisure test.
Antes de hacerme la prueba, porque batallamos mucho para encontrarla, mi esposo se puso a llamarles a amigos y familiares médicos para preguntarles sobre esta prueba y en dado caso que fuera positivo pedir opiniones y posibles soluciones y todos dijeron
“ya no se puede hacer más, hay que abortar”
Hasta aquí, de ir todo muy bien, felices y emocionados porque íbamos a ser papas de un hermoso niño y también nerviosos por la prueba, pasó a… hay que hacer un legrado lo más pronto posible, porque como ya hay una “fisura” en el saco gestacional existe un alto riesgo de que entre mi orina al saco del bebé lo cual ocasionaría una grave infección de la cual ya no se puede hacer nada por el bebé más que retirarlo antes de que esa infección pase a mi cuerpo y sea fatal. Esto paso un viernes en la noche y me estaban pidiendo que me internara en ese mismo momento, el sábado en la mañana ó a más tardar el domingo a primera hora. Tanta información que asimilar en ese momento, quería que todo fuera mentira... pero no! No sabía qué hacer, solo me sentía culpable por no haber podido llevar a mí bebe a término aunque mi esposo en todo momento me estuvo dijo que no fue culpa mía, que no sabíamos a ciencia cierta que había pasado, que dejara de culparme, yo no podía hacerlo, me sentía muy mal. Nos regresamos mi esposo y yo a nuestra casa hechos un mar de lagrimas y con el corazón desecho, sentíamos el mundo encima, por un largo rato yo dejé de llorar y entré en shock hasta que escuché que mi esposo me alzó la voz y al reaccionar volví llorar como loca.
Al siguiente día, mi esposo me dice que le comentó la situación a una prima de él que es ginecóloga, que si quería ir con ella por una segunda opinión antes de tomar cualquier decisión, le dije que sí, que no podía ir a hacerme un aborto cuando en ese momento estaba sintiendo como se movía el bebé.
Fuimos, y antes de pasar a que me hiciera el eco, me explico todo lo que podía pasar si seguía con el embarazo, en que como médico no me recomendaba seguir con el embarazo y lo que le podía pasar al bebé si me llegase a aliviar a una edad en la que se pudiese hacer algo por él. Como también me explico desde el lado familiar que existen los milagros, que puede ser que el bebé llegue a una buena edad para aliviarme, que puede ser que nazca sin ningún problema, etc. Yo solo le dije “Bueno vamos a darle hasta donde mi cuerpo y el bebe puedan, y en el momento en que tu veas en algún eco o estudio que algo no va bien me dices y vemos que decisión tomar”…pasamos al eco y obviamente había bajado su nivel de líquido amniótico, pero el bebé estaba bien.
Después de la consulta salí con indicaciones de cero enojos, estrés y todo lo que le podía afectar al bebe junto con reposo absoluto (para que el bebé se moviera lo menos posible y de cierta manera él con su cuerpo tapara la fisura donde sea que estuviera porque en los ecos no se podía ver y así ya no perder más líquido), medicamentos y una dieta muy rigurosa basada en vitaminas y proteínas que iban todas dirigidas al bebé para que de cierto modo ganara un poco de peso más rápido y cita con ella cada 3 – 5 días.
Así la situación por 1 mes 10 días. En ese tiempo estuve en casa de mi mamá y entre ella y mi esposo me estuvieron cuidando, me tenían que cargar para ir al baño, para bañarme, tenía que cuidarme de sangrados, temperatura o dolor en el vientre ya que con uno de esos 3 síntomas era infección y posteriormente habría que retirar al bebe, bueno pues, tuve 3 sangrados súper abundantes en cada uno pensé “hasta aquí llegue”. Si me preguntan “¿cómo le hiciste para estar tan tranquila? La verdad es que ni yo sé, solo recuerdo haber estado tranquila, cada que tenía un sangrado ver a mi esposo pálido y decirle “todo está bien”, que no pasaba nada, que el bebé iba a estar bien y sí, aún y con los 3 sangrados gracias a Dios el bebé siempre estuvo bien. Hasta que volví a perder líquido (lo poco que le quedaba) cuando me tuve que ir al hospital. Me dejan hospitalizada 3 días para ponerme 3 inyecciones que eran los maduradores para los pulmoncitos del bebé y luego poderme aliviar.
Finalmente me alivio de un bello y pequeño guerrero niño al que llamamos Adrián que midió 34cm y pesó 800g, se lo llevaron rápido porque había que entubarlo inmediatamente.
Yo me quedé internada 3 días más y lo pude ver 4 días después de aliviarme, los 4 días más largos de mi vida, lo único que sabía del bebe, era lo que me platicaba mi esposo ya que él era el único que podía pasar a verlo. Antes de pasar a verlo ni si quiera me podía imaginar cómo era y cuando por fin lo conocí estaba muy emocionada y a la vez asustada de verlo con tanto tubo, cables y aparatos. A la semana de nacido había bajado de peso a 670g y me dicen que lo iba a poder cargar por primera vez. Estaba aun más nerviosa, se imaginan cargar esta cosita que acomodándolo como ranita cabía en la palma de mi mano.
Estuvo 103 días hospitalizado recé y pedí con mucha fe por su salud antes de pasar a verlo todos y cada uno de los días. En estos 103 días inició tomando leche 2ml cada 3 hrs y salió tomando casi 2oz, tuvo convulsiones, apneas, infección en los pulmones, estuvo 50 días entubado (aprox) una semana de esos 50 días lo extubaron hasta 3 veces cada día porque sus pulmones estaban tan llenos de flemitas que se le tapaba el respirador, esto provocado por una infección que le dio en los pulmones, esa semana no progreso nada solo veía que empeoraba un poquito más cada día y se me hacía que no la iba a librar, tuvo un derrame cerebral grado 3 (considerando grado 1 leve – grado 4 grave), tuvo 7 transfusiones de sangre, una cirugía en la cual se le hizo una funduplicatura y una gastrostomía (sonda que va directo a su estomago para alimentarlo por motivo de reflujo agudo) y por este medio lo estuve alimentando por 7 meses, iba al hospital cada 7 días (a lo mucho) porque se le salía la sonda y había que ponerle una nueva, y tiene displasia broncopulmonar (DBP).
Gracias a Dios Adriancito siempre fue un bebito muy fuerte, me enseño mucho en este duro camino, me enseñó que aunque el panorama no pinta nada bien no hay que perder la fe solo seguir para delante luchando, tuve que ser más paciente que un día iba a ganar 10g de peso y al siguiente perder 40g y aunque es desesperante hay que tener paciencia, mucha paciencia.
Siempre le pedí a Dios que él fuera las manos de los médicos que tocaban a Adriancito y con su sabiduría lo ayudara a salir adelante, que yo también iba aponer de mi parte y hacer todo lo que fuera necesario para podérmelo llevar lo más pronto a casa.
El día que me lo dan de alta estaba nerviosísima, no quería levantar el cobertorcito en el que lo traía envuelto para que lo vieran, no quería que le diera el aire, el sol, que lo tocaran, tenia tanto miedo de que se me enfermara, me volví adicta a los guantes de látex y al gel anti bacterial en todo momento, no quería que le tomaran fotos sin mi permiso, que le agarraran sus manitas, que lo quisieran cargar, que le dieran besos, que lo sacaran de la cuna o de donde yo lo tuviera, sentía tanto miedo cuando alguien lo cargaba sentía que no sabían cargarlo que no sabían cómo agarrarlo y más con esa sonda que se le salía a cada rato, no quería salir a la calle por más de 2 horas porque era todo un reto darle la leche ya que al momento de darle de comer era indispensable que estuviera tranquilo porque si lloraba al hacer esfuerzo en el estomago se le regresaba la leche por la sonda y se hacia un chorreadero por todos lados y traer guantes de látex de más por si necesitaba ayuda que me ayudaran siempre y cuando trajeran los guantes puestos, en el hospital era mi zona de confort porque si lloraba o algo ahí estaban las enfermeras para ayudarme, pero acá en casa los únicos que sabíamos darle de comer solo éramos mi esposo y yo.
También cada ir al hospital a que le pusieran una sonda nueva porque la otra ya se le había salido teníamos tiempo límite, si no, se le cerraba el orificio y habría que meterlo a cirugía para abrirlo y ponerle la sonda nuevamente a parte de que se corría el riesgo de que en cada cambio de sonda le pudiera entrar una bacteria ya que era un orificio abierto directo hacia su estómago, lo cual si llegó a suceder y lo tuve 7 semana internado.
Este es él, al día de hoy un poco bajo en peso y talla pero un bebé muy sano, disfrutando la vida, comiendo de todo sin ninguna sonda, ama comer de todo pero más pastel, pan dulce, galletas tomar leche lala.
Su papá y yo lo disfrutamos al 100% cada día, cada travesura, cosa, sonido, maña nueva que aprende, ríe, grita, dice ma, pa. Dios nos mandó a su mejor guerrero y nosotros simplemente amamos a nuestro pequeño gran guerrero!!
Por Leslie Rodríguez
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